El que haya hecho la mili sabrá de lo que hablo, sobre todo los que íbamos por la IMEC, nos machacaban en el campamento y en la academia. Teníamos que aprender en menos de 6 meses lo que a los profesionales les costaba 3 años. Todavía recuerdo cuando nos tocaba educación física con el sargento Orgaz diciendo "vamos, ya queda poco, luego tendréis la satisfacción del deber cumplido".
Pues bien, hoy ha sido uno de esos días en los que hemos dejado el trabajo del campo a un lado porque teníamos que decirle adiós a dos grandes compañeros, a dos profesionales de la enseñanza a dos eminencias que jamás podrán ser sustituidos.
El amigo Antonio Hernández, después de 37 años de servicio, ha colgado la tiza. ¡Qué suerte que he tenido de compartir con él sus últimos 10 años de servicio! Cuánto he aprendido a su lado, no solo de la manera de enfocar la profesión, sino también de su experiencia en la vida y como no, del campo. ¡Qué hombre más centrado, qué coherente, cómo mide las palabras, qué integridad de persona! Toda su familia es muy afortunada. Yo personalmente lo voy a echar mucho de menos.
También hemos despedido a Mari Carmen Santiago. Otra profesional como la copa de un pino. Cómo lloraban sus alumnos cuando se estaban despidiendo de ella. Es de las maestras de antes, de las que ya no quedan. Su bondad, su prudencia y su profesionalidad me servirán de ejemplo para ir renovando mi vocación, tan confusa por los tiempos que vivimos.
Tanto el uno como la otra pueden tener la satisfacción del deber cumplido. ¡ENHORABUENA!