AMANTES DEL CAMPO

jueves, 27 de junio de 2013

ZAPALLITOS DE TRONCO. CALABAZAS PARA EL VERANO

No es que estemos repartiendo malas notas aunque sea tiempo de ello, se trata de buscar el producto estrella del verano y, sin duda, este ha sido el zapallito de tronco.

Fue mi amigo Silvio el que tras visitar a su nieto Benicio por los tucumanes argentinos quien me trajo las semillas de tan extraordinaria calabacita.

Los zapallitos de tronco no son tan rastreros como el resto de las curcubitáceas sino que apenas superan el medio metro en su crecimiento, pero en su apretado desarrollo producen multitud de frutos pegados al tronco, de ahí su nombre.

De aquellas pocas semillas venidas del hemisferio Sur produjimos extraordinarios zapallitos, del tamaño de un pelota de balonmano aplastada, aptos para obtener multitud de semillas que nos han servido para sembrar la cosecha del presente año.

El tamaño ideal para consumirlo debe ser similar al de una bola de billar, es cuando se aprecia su sabor en su estado más puro.

Y consumirse, pues igual que los calabacines o las berenjenas: puede ser frito, a la plancha, relleno y al horno, en pisto, etc. Lo que si se aprecia es un sabor muy sutil, suave, un tanto dulzón, pero que te deja un cuerpo extraordinario (claro, hay que combinarlo con una buena cervecita o un vinito blanco o rosado bien fresquito).

Su cultivo es sumamente sencillo. Una vez surcado el terreno, sobre un lateral se abre un pequeño hoyo (también puede ser en plano) y en el fondo le echo un "puñao" de estiércol, añado una capa encima de mantillo y sobre ésta deposito tres semillas de zapallito (suelen brotar todas, pero como tengo muchas prefiero asegurarme para no tener que reponer). Por estas fechas como la tierra está muy seca suelo llenar el hoyo con agua para crear humedad en el fondo.

Cubro posteriormente las semillas con otro poquito de mantillo y las riego. Durante la semana siguiente he de mantener siempre la tierra húmeda y, junto con las calores que parece que no terminan de llegar, en una semana están naciendo la plantitas.

Es una planta que ocupa una gran superficie, con lo que yo la siembro en un marco de plantación superior al metro.

Cuando tienen 4-5 hojas suelo dejar la planta más fuerte y vigorosa, el resto las corto con la tijera o las pinzo con la mano, pero nunca se ha de tirar de ella para evitar dañar las raíces de la planta definitiva.

Su desarrollo es espectacular, las ves crecer todos los días y en un
mes ya están produciendo. A los frutos le ocurre exactamente igual que a las plantas, un día los ves como canicas y al día siguiente tienes ya que recolectarlos.

En nuestro clima tan húmedo suele padecer oidio (ceniza), pero responde muy bien al cobre con lo que no suele dar demasiados problemas.

lunes, 3 de junio de 2013

OBTENCIÓN DE SEMILLAS DE PAPAYA

La manera más fácil de reproducir la papaya es mediante semillas. También se pueden obtener estas plantas mediante esquejes, pero es más laborioso y se tienen que dar una serie de circunstancias que lo dificultan.

En mi caso siempre he reproducido mis papayas utilizando semillas y siempre me ha ido bien.

Para obtener buenas semillas hemos de procurar que el fruto de la papaya esté totalmente maduro en la planta, de esa manera las semillas habrán alcanzado su pleno desarrollo.

Al abrir la papaya, mediante un corte longitudinal, se pueden observar la multitud de semillas que posee.

Lo primero que delata es estado de las mismas es su color, siendo de un negro intenso y brillante las que han alcanzado su plena madurez, las marrones y blanquecinas se han de desechar.

Se extraen del interior con cuidado las semillas, para no dañar el fruto (que después se lo toma uno en ensalada) y se lavan bien para quitarles la gelatina que las cubre. Posteriormente se esparcen sobre una superficie porosa para que se sequen a la sombra.

Las semillas de las papayas viene envueltas en una cápsula gelatinosa que evita que se reseque y, por consiguiente, aumentar su ya de por sí escasa vida germinativa.

Si se quieren sembrar las semillas inmediatamente después de cosecharlas es conveniente quitarles esa fina capita que las envuelve. De esta manera germinarán antes y con menos dificultad.

Por el contrario, si no se van a sembrar la semillas tras su recolección, mantendrán durante más tiempo su poder germinativo si no se les quita dicho envoltorio, pudiéndose conservar semillas de un año para otro.

A la hora de sembrar las semillas se puede hacer directamente en el terreno o bien en bolsas preparadas con mantillo que posteriormente pasarán a la tierra.

Nosotros utilizamos el segundo método; primero en bolsas y cuando alcanza la altura de un metro aproximadamente las pasamos a la tierra.

En otras zonas más cálidas las colocan en tierra directamente o esperan a que la planta alcance unos 20 centímetros, pero en nuestro clima corremos el riesgo de perderlas. Nuestros inviernos no son plenamente subtropicales y las bajas temperaturas de enero y febrero suelen pasarles factura. A mí concretamente este año pasado se me han perdido 15 plantas de las 16 que sembré de ese tamaño tan pequeño, sin embargo, cuando las he sembrado con una altura superior al metro, han sobrevivido todas.

Este año voy a hacer la prueba de sembrar semillas recién cosechadas (cogí el fruto el pasado viernes), otras que coseché el año pasado y también con unas semillas que tengo de papayas de Brasil, que me regaló Silvia y que ya tienen tres años.

Quiero experimentar por mí mismo los diferentes poderes germinativos de las semillas y así poseer más datos sobre su germinación, ya comentaré los resultados.