Tras unos días de descanso; bueno, de agotador descanso regresamos ¡por fin! a la casa, no sin comprobar que el volumen abdominal había superado un nuevo eslabón en el cinturón, ya de por sí largo y estirado. Aunque la verdad sea dicha, estos días nos vienen bien a todos, sobre todo porque se disfruta de lo más importante que hay en la vida, que es la familia.
Nada más llegar al cortijo observé que el pluviómetro tenía 15 l/m2. Lo instalé el miércoles; osea, que contando los 5 que habían caído la noche del lunes al martes, han caído en total 20 litros esta Semana Santa.
La tierra estaba húmeda, yo venía sin muchas ganas de trabajar, así que solamente dí un paseo y comprobé el estado del huerto y de los animales.
Los pimientos primeros siguen creciendo con una fuerza extraordinaria. Ya hay muchos frutos cuajados y las flores se multiplican por todas las plantas. Esta semana que viene los escardaré para quitarles las hierbecillas que tenga y para homogeneizar la tierra, ya que con el riego que le dí la semana pasada han salido algunas grietas en los surcos y hay que escardarlas para evitar que se pierda por ellas la humedad.
Por su parte, los tomates, siguen también un buen desarrollo, todavía no ha hecho aparición la temida Tuta. En los próximos días les colocaré (solamente a los tomates de ensalada, que tienen las matas más desarrollo que los de pera) unas cañas horizontales, aproximadamente a una altura de 80 cm., para ir atando las dos guías que les he dejado. Cuando el riesgo de precipitaciones termine, también tendré que azufrarlos de nuevo ya que esta semana se han lavado con las lluvias que han caído. También les daré un raspadillo suave a la tierra para quitarles las malas hierbas que han salido.
El resto del huerto hay que escardarlo porque le están saliendo muchas malas hierbas, así que la escardilla va a tener en los próximos días bastante trabajo.
Las gallinas han sobrevivido perfectamente estos cuatro días. Cuando levanté la tapa del ponedero, no cabía ni un huevo más, no daba abasto de coger huevos, en total había 2 docenas. No calculé bien la comida que les eché para estos días y los comederos estaban limpios, aunque ya se sabe que estos animales suelen tirar parte de ella, en su afán de escoger el mejor grano, al suelo y luego se lo vuelven a comer.
Al echarles comida estaban un tanto desesperadas. Para compensarles les eché ración doble. Las gallinas aguantan sin comer bastante tiempo; ellas escarban y siempre encuentran algo, lo que no debe faltarles nunca es el agua.
Por esta época geranios, gazanias, rosas, etc. están en flor. El porche del cortijo rebosa alegría y color. De momento los pulgones, como padece nuestro amigo VIÑALARGA, están medio controlados; suelo frotar suavemente las plantas invadidas con una esponja y agua con jabón de sosa disuelto y, durante una temporada, se mantienen limpias y saludables.
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