Esta tarde he escardado los tomates que sembré el 18 de febrero. Después de 15 días las plantas han cogido fuerza, incluso, en algunas matas de los de pera, le han salido las primeras flores.
Poco a poco van tomando un color verde oscuro, propio de estar sembrados en el exterior y de recibir directamente los rayos del sol.
Hoy, pues, los he escardado. Les he roto la corteza dura que se había formado desde las últimas lluvias y, de camino, le he quitado las incipientes hierbecillas que le estaban saliendo.
Al igual que hago con los pimientos, cuando he escardado los tomates, los he ido aporcando poco a poco, procurando que la planta se quede en el centro del surco. Con esto conseguimos un doble objetivo: por un lado, dar más fortaleza a la planta, y, por otro, ampliar el sistema radicular de la misma, ya que del tronco que se entierra surgen raíces nuevas.
Al escardarlos, he observado, que a pesar de que las últimas lluvias cayeron hace más de 16 días, la tierra todavía tenía humedad.
Después he cogido verdura: dos lechugas, apio, puerros, cebolletas, una escarola y media bolsa de habas.
Calculo que el golpe gordo de las habas será dentro de 8 o 10 días. Por cierto, están sabrosísimas.
También he cogido varios chirimoyos. En los bancales ya no quedan, pero los árboles de la vega todavía tienen mucho fruto, aunque más pequeño que el de otros años (cayéndose la mayoría, porque al precio que los pagan, no se costea la mano de obra).
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