AMANTES DEL CAMPO

domingo, 31 de julio de 2011

SARDINILLAS CORTIJERAS

Para el que le guste la playa, hoy ha hecho un día fenomenal: calorcito, aguas serenas y calentitas y muchísima gente, en la playa de San Cristóbal había mas de ocho filas de sombrillas.

Pero a los que somos más cortijeros nos gusta más el frequito del porche, la duchita portátil y unos aperitivos bien acompañados con calditos frescos, pues la decisión estaba clara.

Hoy hemos estado toda la familia en el cortijo como domingueros catetos, que por estos lares hay muchos. Vino también una amiga de la niña.

Qué mejor producto podemos comer de nuestras playas que unas sardinitas frescas. Pues a las 9 de la mañana me colé por una puerta trasera del mercado de abastos de Almuñécar (que solo utilizan los trabajadores) y le pedí que me vendieran un kilo de sardinas, sin problema me los prepararon hasta con una poquita de nieve para que se mantuvieran fresquitas y marchando que es gerundio. Los domingos por esa puerta surten a los restaurantes y establecimientos hoteleros de pescado y, si alguien va a por un kilo de sardinas, pues, también se lo dan.

Bueno, pero no solamente satisfice mis más primitivos instintos gastronómicos, también me los gané. Después de comprar las sardinas me fui al cortijo a quitarle la hierba a los mangos del segundo bancal, sobre todo la que está a metro y medio rodeando a la planta. El resto lo cortaré con la desbrozadora y después tengo intención de darle una pasada rápida con el rotavator y volverlo a surcar. Hoy he labrado un buen trozo y mañana seguiré. De esa manera ya se queda limpio y tan curioso hasta el invierno, que ahora tiene el bancal un aspecto que parece que está abandonado.

Eso sí; ya después de la sudada, me hidraté convenientemente.

Otro aspecto curioso es que ayer vi un camaleón sobre la planta de las guindillas (este creo que también es distinto de los anteriores). Tenía entendido que los camaleones no soportaban el color rojo y, en estos momentos, las guindillas están coloradas totalmente, así que no tendrá mucha credibilidad esa creencia, o que al dominar más el verde que el rojo no le afecta tanto. Lo que sea, el caso es que allí estaba y de un color amarillo pajizo (que también me sorprendió).

Y hoy en la cheflera que tengo en el porche había otro individuo camaleónido y, este, oscuro, casi negro. ¡Me están acorralando! Se ve que no les afecta mucho nuestra presencia (evitamos cogerlos desde hace un par de años) que los encontramos cada vez más cerca de la vivienda. En el fondo, me gusta.

También os cuelgo un vídeo de las vistas que hay desde el cortijo atardeciendo.

2 comentarios:

  1. ¿Cateto?. Jejejeje. Me pregunto si no serán más catetos los de las ocho filas de sombrillas, o más borregos. En realidad no me lo pregunto porque lo tengo claro. Tú si que sabes refrescarte en el momento y el lugar adecuado y sin tener que soportar más que a los que tú mismo decidas. Eso es calidad de vida y encima con un poco de ejercicio contra el colesterol y sin pagar nada por ello.

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  2. Si, llevas razón VIÑALARGA, eso es calidad de vida. Por supuesto que no envidio a los sombrilleros, es un lujo que tengamos un lugar donde realizar nuestros proyectos e ilusiones. No sabemos lo que tenemos, bueno... sí que lo sabemos.

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