La Navidad ha sido muy generosa en lluvias por la costa granadina. Cuando llueve en exceso, el agua se embalsa en los surcos, lo que provoca que la tierra se apelmace y se endurezca, al tiempo que posibilita que crezca la hierba.
He escardado los puerros, la escarola, las lechugas segundas, las lechugas rojas, el apio, las coles y los brócolis. Se ha quedado el huerto precioso y, sobre todo, saneado.
Ya han pasado bastantes días desde la última vez que llovió. A la tierra del huerto no le vendría mal un riego, pero con el jugo que todavía le queda y el rocío que está cayendo por las noches de la humedad tan elevada, lo aplazaré al fin de semana. Dicen los hombres del campo que una buena escarda es mejor que un abundante riego.
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