Esta mañana a las 8:30 recogimos, Silvio y yo, al primo Víctor. Desayunamos nuestros descafeinados con "panchitos" (bocadillos de jamón, queso y tomate) en el Samurai, aunque Silvio últimamente se toma una tostada de pan integral con tomate porque está guardando la línea.
Una vez cargadas las baterías nos fuimos hacia el cortijo. Ellos dos estuvieron levantando el muro de las chumberas desde el primer bancal de los chirimoyos.
Yo, por mi parte, estuve cortando toda la hierba de las chumberas con la desbrozadora. Después empecé a limpiar el talud que hay detrás del limón, a la izquierda del porche. En este espacio quiero hacer en el futuro un habitación que me sirva de almacén, al tiempo que agrando el porche.
Últimamente en este lugar había crecido mucha maleza, incluso algunas zarzas, pero sobre todo lo que me trae de cabeza son las campanillas moradas. Estas campanillas se han convertido en una invasión, tengo que realizar una limpieza drástica de las mismas porque se están extendiendo por los bancales de los chirimoyos y con su crecimiento se me pueden descontrolar.
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