El día 21 de enero entramos en luna menguante. Los antiguos dicen que la poda, sobre todo de las parras, para que luego echen muchas uvas, hay que hacerlas en la menguante de enero. En climas más fríos se haría en la de febrero.
He podado pues las parras: las 3 negras, que me regaló mi amigo Antonio Hernández, del parral que tiene en su cortijo; las 6 blancas motúas y las 2 blancas de embarcar de Almería, que me regaló mi otro amigo Mateo Masegosa.
Yo las estoy formando como arbolitos, en cepas bajas, dejándoles tres brazos. A cada uno de ellos le dejo 2 llemas, de donde luego saldrán los sarmientos que echen las uvas (si es que echan, este es su tercer año y todavía no han echado ni un racimo de uvas).
Cuando podo las parras me acuerdo de mi abuelo Manuel. Cuando quería verlo tenía que ir a la viña que tenía en el pago de "las viñas", en El Padul, siempre estaba allí. Él me dijo que cuando podara las parras le quitara la corteza suelta que pega al tronco para sanearla y evitarle enfermedades a la plata. Yo, como buen discípulo, sigo su consejo.
También he podado los guayabos blancos (de limón se llaman en Almuñécar), que hay en el tercer bancal.
El guayabo es un árbol de rápido crecimiento, es por ello que hay que formarlo muy bien desde pequeño, para que no se te vaya muy alto y podamos tener siempre el fruto al alcance. Se le cortan las puntas que suben verticales y se les abre las ramas de las puntas en cruz. Se limpian las ramas interiores que se cruzan y ya está, a esperar al próximo otoño para degustar una de las frutas más singulares que nos ha venido del trópico.
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