En el lateral del cortijo que pega a las chumberas había nacido mucha hierba. Como la tierra estaba todavía húmeda y la hierba estaba fresca, la he arrancado con las manos y se la he echado a las gallinas, que se han puesto como locas de contentas (a ver si se van animando, porque llevan una temporada que ponen de 1 a 2 huevos diarios nada más).
En el cortijo no usamos ningún tipo de herbicida. Cuando la hierba está fresca, la arranco de raíz y se la echo a las gallinas. Ellas la van picoteando y escarbando, comiéndose también los bichillos y orugas que van pegadas a la raíz a las hojas.
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