Recuerdo que no hace tantos años en nuestra comarca se producían unas hortalizas fenomenales.
Sin saber de dónde procedían ni quién las producía, empezaron, sobre todo en los tomates, a sufrir enfermedades de todo tipo. Multitud de virus desconocidos hasta el momento atacaban a las plantas, haciendo imposible producir tomates al aire libre. Su cultivo se trasladó exclusivamente a los invernaderos.
La obtención tradicional de plantas llevada a cabo por los agricultores, mediante la selección de semillas, prácticamente ha desaparecido. Son ahora los semilleros los que han monopolizado el control y comercio de las plantas y semillas, teniendo que acudir a ellos si queremos sembrar algún producto. Por otro lado, dichos semilleros comercializan exclusivamente variedades híbridas que solo sirven para una campaña.
Todo esto ha provocado, por un lado, que variedades tradicionales y ya adaptados a los diferentes lugares, hayan desaparecido y, por otro, que las nuevas variedades introducidas no se adaptaran por igual a todas las zonas de cultivo, dando un rendimiento desigual según en qué zona.
Ante este panorama no podemos evitar pensar quién se beneficia de esta situación. ¿Es posible que sean los invernaderos? o, ¿Los dueños de los semilleros? o quizá, ¿Los laboratorios que producen los tratamientos contra las diferentes plagas? la respuesta queda en el aire, que cada uno obtenga las conclusiones que quiera.
Lo que sí está demostrado es que todas estas enfermedades nuevas atacan a las plantas de forma desigual en función de las condiciones climatológicas; es decir, con el calor y la humedad son más virulentas que con el frío y el ambiente seco. Quizá sea por ello, que este año que he sembrado los tomates muy tempranos, las primeras cosechas hayan sobrevivido, ya que cuando entre el calor y las condiciones se vuelvan desfavorables ya habré recogido la mayor parte del fruto.
Por otro lado, si con nuestras labores culturales minimizamos los riesgos de que nuestras planta sufran enfermedades, pues el fruto siempre será mejor que si las obviamos. De esta manera, en la tarde de hoy le he dado un aclareo a las plantas de tomate. He eliminando las hojas inferiores facilitando la aireación de las mismas, evitándoles futuras enfermedades y ayudando, por otro lado, a la maduración del fruto (consejos de VIÑALARGA).
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